Mi biblioteca de celtista
Para mí, traducir ha sido una forma de leer lo que no estaba a mi alcance en mi propia lengua. Así vertí la desternillante La boca pobre de Flann O’Brien, o la antología de poesía altomedieval Antiguos poemas irlandeses (la más amplia traducida a cualquier lengua). Mal asunto ha sido para mi bolsillo, no nutrido por tesoros legendarios, la coincidencia durante muchos años de mi pasión céltica con mi profesión de librero. Beneficiándome de descuentos, el raudal de libros se ha ido incrementando de manera notable, como una aguerrida hueste, hasta el punto de que a veces llegué a pedirme catálogos casi completos: así, la colección de la revista Celtica del Dublin Institute of Advanced Studies, con su cartulina naranja, no muy dispareja de algún título de la editorial Akal, que publicaba a Ramón Sainero.
Hay gigantes en mi biblioteca. El más grueso de todos los volúmenes es el primero (A- Ff) del Geiriadur Prifysgol Cymru (Diccionario de la Universidad de Gales), que a imagen del Oxford English Dictionary es un completo diccionario histórico y de autoridades de la lengua galesa. Sus cuatro robustos volúmenes (del segundo al cuarto ya no tanto) tienen su correlato en la edición compacta del Dictionary of the Irish Language de la Royal Irish Academy, que reproduce, reducidas y en homenaje a Lilliput, las hojas del diccionario reuniendo cuatro páginas en una. Hay que abrirse paso en él con una lupa.
Cómo no recordar también aquí el Dwelly, el magno diccionario de gaélico escocés que su autor recopiló durante décadas en las Tierras Altas de Escocia y en las Hébridas, en el que incluyó numeroso grabados, no tanto por ornato como para ilustrar plantas, aperos, vestidos, y una realidad que hoy no sólo resulta extraña al extranjero. Siempre al abrirlo me ronda el oído un aire de gaita.
Volúmenes hermosos son los de la Early Irish Texts Society, verdes con letras y entrelazados en oro, icono del libro céltico por antonomasia. En su tropa militan títulos de toda laya, y no faltan los librotes fenianos. En este género y, a imagen de las últimas películas del irlandés John Ford, hay a las veces un tono crepuscular como en el Diálogo de los ancianos, con Finn y Ossián, Cailte y Oscar (de aquí le viene el nombre al incomparable Wilde). Pero he de poner freno, o no acabaré nunca. En la breve lista de libros que sigue me he limitado a títulos en español. Son muchos los que se han quedado en el estante.
Cuchulain de Muirthemne
Lady Gregory
Este libro, que estuvo hace años publicado en Siruela, acaba de ser reeditado en la recién nacida Paréntesis Editorial. Narra, reuniendo diferentes relatos, las hazañas del héroe más señalado del Ulster, en acontecimientos legendarios y mágicos que se desarrollan antes de la llegada del cristianismo. Destacaría la excelente traducción de María Luisa Balseiro. Para Yeats era el libro más importante surgido en la Irlanda de su tiempo.
La poesía irlandesa
Marià Manent
Conozco, y tengo, dos ediciones de esta antología en la que el gran traductor catalán vertía una selección de la poesía vernácula hibérnica hecha a partir de las más solventes traducciones al inglés. Poeta él mismo, Manent muestra una gran sensibilidad rítmica en esta apretada gavilla mayoritariamente anónima y de los siglos VII al XIII.
El libro de las invasiones
Anónimo
El Leabhar Ghabhala narra, en prosa y verso, las sucesivas oleadas de pueblos míticos que arribaron a Irlanda, el último de los cuales procedía de Breogán, en Galicia. Cesair, Partholon, los Fir Bolg, los Tuatha De Danann, son nombres que se entretejen en lo legendario. Todo el mundo céltico se ha mirado siempre en Irlanda: el bretón Alan Stivell cantó de estos mitos, al tiempo que tañía su arpa, en su disco Legend.
Las islas Aran
John M. Synge
Son tres estas islas que alguno ha confundido con la escocesa de Arran, y se tienden bajo el viento atlántico y frente al litoral de Galway, en el oeste irlandés. Synge las visitó en varias ocasiones entre 1898 y 1902 y fue testigo de tradiciones y costumbres atávicas. Contagiado del gusto por contar de los nativos, dejó un gran reportaje literario que se enriquece con los grabados de Jack B. Yeats, hermano del Nobel.
El misterio celta (Barzaz Breiz)
Hersart de la Villemarqué
“Bretaña es poesía”, reza la cita de María de Francia que sirve de pórtico a este libro que no ha de desmentirla. Propio del celtismo del XIX, con sus dosis de mixtificación nacionalista heredera de Macpherson, el Barzaz Breiz (literalmente, la poesía de Bretaña) aporta tras un extenso estudio preliminar cánticos y relatos sobre hadas, enanos, la ciudad sumergida de Is o el mismísimo rey Arturo.
Bronwyn
Juan Eduardo Cirlot
Pariente remoto de Yeats, el poeta barcelonés dio en escribir todo un ciclo poético, apoyado en la hermenéutica tradicional, sobre una doncella céltica del siglo IX que comparte nombre, bajo otro vestido, con la doncella de Isolda. No hay igual en la literatura española: cientos de páginas son el largo baladro de quien llega a aliterar, como sus colegas medievales celtas o germánicos, y compone nada menos que “La Quête de Bronwyn”. Espadas, lanzas y espirales en un libro cuya importancia np hace sino crecer cada día.
Mabinogion
Anónimo
Victoria Cirlot, hija del autor de Bronwyn, de quien heredó la pasión por lo medieval y el numen céltico y artúrico, puso en español estos relatos galeses del siglo XII llenos de fantasía. Una de las narraciones trata de Branwen hija de Llyr (sí, de nuevo una variante del nombre de la musa de Cirlot), y junto a otras compone las llamadas Cuatro Ramas, a las que se han adherido otras historias tan hermosas y oníricas como “El sueño de Maxen” y versiones que colindan con el mundo que destapa Chrétien de Troyes.
Viaje a las islas occidentales de Escocia
Samuel Johnson
El autor del primer diccionario de la lengua inglesa y de Vidas de los poetas ingleses nos legó en 1775 este recorrido por un país en transformación, en muchos puntos exótico incluso a ojos de un británico. En compañía de su fiel biógrafo escocés James Boswell, Johnson partió de Edimburgo y con paradas en Montrose o el Lago Ness y atravesando las Tierras Altas pasó a Skye (más de dos siglos después, yo mismo pude dar fe de su belleza), Mull, Iona... “Todo tiene su historia por estos pagos”, cuenta Johnson, y se hace eco de relatos y sucedidos.
Merlín y familia
Álvaro Cunqueiro
Sólo la cicatería y la mezquindad pueden arrebatarle a Don Álvaro el lugar que ocupa en nuestras letras. No menos erudito que Johnson, y mucho más placentero, sabe pintar una sonrisa sobre la melancolía y llevar al viejo mago, y a Ginebra y a quien quiera que se tercie, a bosques de Galicia. La joya se completa con uno de esos índices onomásticos que son marca de la casa y rúbrica y bis de una actuación inolvidable. De Merlín escribe: “Mi señor amo y maestro, del que no digo que santa gloria haya, porque no llegó noticia de que muriese.”
En Nadar-Dos-Pájaros
Flann O’Brien
Este libro que surgió como una gamberrada de estudiante cuando a su autor se le quedaba pequeña la universidad de Dublín goza hoy del privilegio de ser considerado una obra maestra del posmodernismo. Es eso y más. En la trama principal se cuelan decenas de estrofas del texto irlandés medieval La locura de Suibhne, que más adelante Seamus Heaney vertería como Sweeney Astray. En su título, y en buena parte de su estilo, se basa la magnífica novela de Jamie O’Neill Nadan dos chicos.
Comentarios
Gracias por dejarnos echar un vistazo a esa biblioteca de celtista.
Un saludo.
te he robado la traducción (magnífica) de Catulo para mi blog. Te cito, por supuesto.
Muchas gracias.
Ben Clark.
www.delversoyloadverso.com
De los libros y autores que citas, conocía a algunos, aunque al que más he leído es a Cunqueiro. Por lo demás, tu entrada es una invitación a extraer todo lo posible del filón que nos descubres.
Saludos.
Un abrazo,